La ciclicidad es el ritmo de la naturaleza interna. Es un llamado profundo a la valoración interna para reconectar con tu confianza interna. Todo en la naturaleza tiene sus ciclos, algo tiene comienzo, crece y se expande, frena el crecimiento y empieza a descender el ritmo hasta morir.
Las plantas a lo largo del año, las estaciones, las personas, incluso, los vínculos pasan por fases.
Es lo sano y natural.
El problema aparece cuando, en la sociedad en la que vivimos, pretendemos solo mirar un objetivo e ir hacia él de forma lineal. Es antinatural.
Mi relación con mi cuerpo me ha enseñado que soy cíclica, mis hormonas varían a lo largo del mes, mi apetito, mi sexualidad, mis ganas de vincularme, mi energía, todo cambia a lo largo de los días, las semanas y los mes.
Como mujeres, podemos utilizar la menstruación, si aún la tenemos, o la luna, si ya no tenemos la menstruación, para conocernos e integrar la escucha profunda del cuerpo con intención y amor hacia nosotras mismas. Respetar nuestros ritmos es abrirnos a la vida en todo su esplendor. Hay tiempo para estar en movimiento y acción, y tiempo para parar y descansar, sin sentirte culpable. Parar, descansar y disfrutar es necesario para la vida.
Hace muchos años, cuando trabajaba en la empresa, tenía un jefe que utilizaba siempre esta frase:
«Resultados, no excusas»
Hoy, puedo decir, que los «resultados» llegan cuando se recorre un camino cíclico, no un camino «a costa de tu salud/energía/vitalidad/familia…»
A lo largo del mes varían tus hormonas, tus necesidades, tu hambre, tu apetito sexual, tu forma de alimentarte, tu concentración, tu vitalidad… Si te conoces, puedes adaptar lo de fuera a lo de dentro, en vez de hacerlo al revés: tratar de cumplir con lo de fuera sin escuchar dentro. Esto te va separando de ti cada vez más.
El conocerte a través de tu ciclicidad es un camino de amor, cariño y ternura hacia ti misma.
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¡Feliz día!
